Ocurrió a principios de 1988 Roger Waters se encontraba presentando en vivo 'Radio K.A.O.S." con un show que poco se diferenciaba de los que hacía hace unos años con sus ex-compañeros. Ellos, en cambio, volvían a escena con "A Momentary Lapse of Reason', sin el carismático líder pero con toda la mística, la escenografía, los mismos temas Largos y sorprendiendo a toda una generación que no conoció la majestuosidad del rock de los '70. David Gilmour se convirtió en el nuevo líder, Al principio desconcertaron al público porque mientras Mason, Gilmour y Wright presentaban temas viejos "Bienvenido a la máquina', "Otro ladrillo en la pared" y "Dinero", Waters hacía exactamente lo mismo, lo risueño fue que en ambas versiones se revivía toda la grandilocuencia de los primeros años. Con una escenografía evocadora de los tiempos de "El lado oscuro de la luna" y una introducción de quince minutos, "Ecos" de 1971, los reflotados Floyd iniciaban un viaje a la nostalgia haciendo ala de toda la parafemalia que sólo un grupo mitológico odia ofrecer. Y no olvidaron el condimento habitual del melodrama musical en tiempo de rock: peleas homéricas, divismo y noches apoteóticas Así, el gran regreso los encontró con un aspecto que también podía invitar a revivir el tiempo pasado, porque igual que entonces, lo que menos tenían era imagen. Con el paso de los años, parecían más empleados que músicos de rock. Durante la primera parte de la gran gira, el manager protestó por el ambiente alocado que se vivía en el back-stage. Gilmour lo explico así: "Nuestra idea era hacer una gira más tranquila, pero al cabo de dos meses esto se transformó en un circo y todo el mundo comenzaba a ponerse loco. De modo que nuestro manager tomó al toro por las astas y dijo 'O.K., llamen urgente a sus esposas y novias y diganles que vengan pronto a poner orden en todo esto ¡Porque yo no los aguanto mas!, y aquí nos tienen, por supuesto, muy contentos..." El clima imperante en las giras de la banda reunía corridas, idas y vueltas, la visita de asistentes, reporteros, secretarios y hasta groupies que intercambiaban miradas nada dulces con las esposas y novias de turno. Todo volvía a la normalidad. Y como dijera Rafael Obligado: para los Pink "Todo estaba como entonces", la ausencia de Waters no se notaba, ni en el disco, ni durante los espectaculares shows que ofrecieron. El mito de la súper-banda se habla completado plenamente luego de soportar, en los comienzos, el alejamiento de Syd Barrett y ahora ocurría lo mismo con el adusto Waters.
Los nuevos temas de "A Momentary Lapse of
Reason" fueron presentados, en los conciertos, en medio de
los
mencionados "oldies". La banda se apoyaba en una mini
orquesta compuesta por percusionistas, tres-cantantes femeninos,
un guitarrista, un saxofonista y un tecladista que lograron
insuflar con éxito cada monolítica y larguisima composición:
cada tema tenía, como duración media, once minutos. En resumen
no se ofrecia nada nuevo, pero sí renovador.
La gran sorpresa, digna de ser analizada sociológicamente fue el
efecto que causaron en los integrantes de una nueva generación
de espectadores que los observaba por primera vez en vivo. En su
mayoría, siguieron extasiados todos los efectos especiales que
ofreció la banda totalmente sincronizada y sumergida en su
propia gloria autoasumida.